EL MONSTRUO CANADIENSE. Brutal, magnífico, exuberante, vital…, cuantos y cuantos calificativos se merece el concierto de ayer en Anoeta de uno de los mitos del rock, del primer grunge, de Neil Percival Kenneth Robert Ragland Young, más conocido como Neil Young. Desde “Hey, hey, may, may” a “Hearth of gold”, pasando por un sublime “Cortez, the killer” y finalizando con un hermoso “Like a hurricane”. Siempre acudes a un concierto con la duda de su resultado, pero ayer por la noche he de afirmar que viví momentos sublimes, llenos de fuerza y, por qué no decirlo, hasta se me escapó alguna lagrimita de emoción, pues siempre he sido un admirador de este sesentón que rasga sus magníficas Gibson, ¡qué placer, señores!, con una energía de la que muy pocos pueden presumir. Acompañado de una magnífica banda donde destacan la voz en los coros de su compañera y la guitarra de un “figura” francamente espectacular, que con su Fender Telecaster hizo las delicias del público, y no por su rifs, que no los hizo, sino por un acompañamiento técnicamente perfecto a las explosivas Gibson de Neil.
La verdad, no sé qué más decir, porque todavía me quedan muy dentro las notas del concierto. Las dudas se disiparon y Neil Young sigue siendo uno de los grandes. Dios nos lo guarde muchos años porque cuando desaparezca, lo echaremos mucho de menos. ¡Qué grande, qué grande!