A lo largo de mi ya dilatada experiencia, siempre han habido momentos en los que la motivación ha sido parte fundamental para seguir hacia adelante, para esforzarme otra vez más y ver un futuro de luces y no de sombras como hasta ahora me había ocurrido. Motivación que llega tras una larga y analizada parada en el camino, tras mis dos años en Elizondo, donde no pude exprimir lo que yo quería, por muchos motivos, y que desembocaron en una renuncia a mis principios, a una huida acelerada dejando atrás un bagaje importante a nivel deportivo. Ha sido un año, prácticamente, dedicado a la reflexión, a escucharme a mí mismo, a intentar volver a sentir sensaciones. Visionaba no hace mucho el famoso vídeo de motivación en el que Al Pacino arenga a sus jugadores, y cada vez que lo veo, me identifico más con ese entrenador, porque es el espejo de lo que a mi me ha sucedido:
"Espanté a los que alguna vez me amaron, y últimamente no puedo ni soportar la cara que veo en el espejo. Sabéis, envejecer implica quedarse sin ciertas cosas, es parte de la vida, pero uno sólo aprende eso cuando empieza a perderlas. Descubres que la vida es un juego, porque tanto en la vida como en el deporte, el margen de error es muy pequeño..."
¿Habré comenzado a perder eso que menciona Al Pacino? He cometido errores que me han supuesto pagar demasiado caro algunos momentos de mi vida, he podido incluso hipotecar parte de ella a mi deporte, pero era porque no encontraba personalmente ningún tipo de motivación, y mi refugio, mi meta era el balonmano. Ahora, cuando he perdido, después de un camino lleno de obstáculos, he decidido que debo sacar la cabeza, que tengo que dar cara a los reveses que me he llevado y volver a sonreír, a disfrutar, ¿a amar?
Algo o mucho he cambiado. La persona dura, seria, inmune que siempre he parecido, se ha convertido en un ser muy emocional, sensible, a veces frágil, ¡muy emotivo! Tengo demasiadas horas para pensar, he analizado mi pasado, y la conclusión inclina la balanza hacia el lado positivo, pero no con demasiada fuerza; creo que no debo mirar hacia atrás salvo para recordar los buenos momentos y muchos de ellos me los ha dado el balonmano. Y ahí sigo, ilusionado, día a día, compartiendo con mis amigos todo lo mucho o poco que me ha dado este deporte, mis vivencias... ¡la historia de mi vida!
Mientras tanto, empiezo a disfrutar, de los chicos, de los partidos pero, sobre todo, de mis colegas, de mis compañeros de viaje en este nuevo trayecto ¿será el último?